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Motivación Médicos - Música
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VOCACIÓN Y ABNEGACIÓN:

 

 

VOCACIÓN

La "Vocación" es una palabra que como el "Amor"; no se pueden definir.  Todo lo que se diga no alcanza a expresar lo que verdaderamente significan.  Tal vez porque están muy relacionadas...

La vocación, según el diccionario, es la inclinación natural de una persona por un arte, una profesión o un determinado género de vida; ser médico engloba estos tres aspectos de la definición.

Es una "inclinación natural" porque no depende de herencias o que se inculque.  En el pasado existía la tendencia de seguir la misma carrera o profesión de los padres; pero sin la vocación seguramente ese nuevo médico podrá ser bueno, pero será un frustrado haciendo algo que no le gusta hacer.  La vocación es innata y es mas fuerte que uno, diría hasta irracional.   

La medicina es una "arte", porque ante el paciente sólo estamos nosotros, nuestro conocimiento y nuestras manos. Es artesanal, curamos con nuestras manos, y esta aseveración toma mayor validez en la Cirugía. 

Si bien es una profesión, también es un genero o modo de vida, porque debemos tener muy claros los preceptos y nuestra condición.  Un "buen médico", no puede ni debe ser una "mala persona".  Esto no es compatible. 

Es muy importante tener conciencia que son muchos años de estudio en la universidad.  Por lo menos son siete años en el mejor de los casos preparándose, en

los cuales se compara cómo tus amigos llevan varios

años trabajando, porque sus carreras son más cortas,

y algunos hasta se han casado y tienen hijos.

Pero no pasa nada y te repites: yo estoy aquí porque

me gusta, porque amo esta profesión, porque siento

vocación por ella. Esta profesión no es para hacerse

rico, además hay que estar toda la vida estudiando,

preparándose y tener muy claro que eres médico las

24 horas de todos los días de tu vida.  

Si resistes todo eso te sientes una persona realizada y feliz.

La alegría de cualquier médico es ver que su paciente se recupera y sale sano. Y si desmejora, el médico tratante también sufre, ésto es lo que se llama "Empatía" que básicamente es "sentir lo que siente el otro".  

La empatía es ponerse en el lugar del otro...

Cuando esto sucede se deprime bastante pero es allí donde termina la ciencia y empieza la fe, tanto del médico como de los familiares.

Si no se puede curar, se debe ayudar; si no, se debe consolar, y si no, lo último que queda es acompañar al paciente. Ser acompañados, es lo que todos deseamos especialmente cuando estamos enfermos. Un niño discapacitado o minusválido no sufre por ello, solo si los demás le niegan la aceptación, pues pierde la esperanza en ser acogido incondicionalmente. Como médicos observamos la diferencia de actitudes y de sanación, entre personas amadas y no amadas. El amor es libre y por ello debemos mover la voluntad en otorgarlo. Esta debiera ser la cualidad principal de todos los médicos.

ABNEGACIÓN

La abnegación es un tipo de virtud moral que consiste en el sacrificio espontáneo o por medio de la voluntad de los propios intereses, deseos e incluso de la misma vida en favor de otros o de todos. Es una forma de altruismo que exige autosacrificio.

Viene del latín abněgătio; forma sustantiva abstracta de abněgătus o abnegado.

Se define como un absoluto y espontáneo sacrificio que alguien hace de su voluntad, de sus afectos, de sus gustos o de sus intereses personales, generalmente por motivos religiosos o por el bien ajeno.

Una persona abnegada deja de lado sus intereses personales y en algunos casos con decisiones extremas (como puede ser formar una familia en pos de entregar ese tiempo que se le dedicaría a la conformación de una familia) al cuidado y asistencia de los pobres, enfermos o de los más necesitados: una hija que renuncia a su crecimiento profesional y a casarse para cuidar de sus padres que están enfermos puede considerarse una muestra fiel y auténtica de la abnegación.

Se entiende en este sentido por abnegación la renuncia o el sacrificio hecho de una cosa por una causa cualquiera.

También se llama abnegación, algunas veces, al acto o idea contrarios al egoísmo; en este sentido la caridad, el desinterés, el altruismo y la filantropía pueden entrar, según sus fines, en una u otra de las clases referidas.

PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO
BASES DE LA MEDICINA ACTUAL

 

Primero quiero aclarar que cuando nombran a un Samaritano,

nos remontamos a tiempos bíblicos del viejo testamento.

Samaritano se refieren a los descendientes de dos hijos de Jose

(Manasés y Efraín).

En el año 926 a.C. las tribus del norte se rebelaron contra el Rey

Roboam (hijo de Salomón, y nieto de David).

De esta rebelión surgieron dos reinos: el de Israel en el norte con

su capital en Siquem (hoy Nablus); y el de Judá en el sur, con su

capital en Jerusalem.  En el año 875 a.C.;  Omrí el rey de Israel,

traslado la capital a Samaria. Los allí nacidos fueron llamados

Samaritanos. En la actualidad a punto de partida de la parábola

mencionada, la palabra significa “persona que ayuda a otras sin

ningún tipo de interés”.
La parábola del buen Samaritano la pueden encontrar en

la Biblia,  relatada en el Evangelio de Lucas,  capítulo 10,

versículos del 25 al 37.

Aquí la tienen:


-Un experto en la ley, para poner a prueba a Jesús, le hizo

esta pregunta:

¿Y quién es mi prójimo? 
Jesús como contestación, le contó esta parábola:

“—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en ma-

nos de unos ladrones.  Le quitaron la ropa, lo golpearon y

se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por

el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo.

Así también llegó a aquel lugar un levita, y al verlo, se desvió y siguió de

largo.

Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, vién-

dolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y

se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alo-

jamiento y lo cuidó.

Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del aloja-

miento.  “Cuídemelo — le dijo —, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré

cuando yo vuelva.”

Quede en claro que el paciente era Judio, cuyo pueblo (si bien ya no estaban

en guerra) mantenía enemistad con Samaria.

Pese a ello, el Samaritano se compadeció de él y lo ayudó igual.
 

De este cuento se pueden analizar varios aspectos a tener en cuenta:
- Antes que el Samaritano pasaron otras personas y vieron al herido, pero

nadie hizo nada por él.
- El Samaritano asistió al enfermo accidentado en el mismo lugar en donde lo
habían herido.
- Se “compadeció de él y lo curó. Uso vino (alcohol) y aceite como desinfectantes,
y vendo sus heridas.
- Lo cargó y lo trasladó en su propio vehículo (caballo).
- Lo traslado hasta donde podía recuperarse.
- Lo tuvo alojado en una hostería o posada en donde lo cuidaron, y le dieron de
comer y beber.
- Al día siguiente; le encargo al posadero su cuidado, y le dejo dinero adelantado
por los gastos, y le pro-metió que si el gasto era superior, a su regreso se lo iba a pagar.

Llevándolo a nuestros tiempos actuales. Jesús fue indudablemente un adelantado.

Con esta parábola, dejó sentadas las bases de nuestro oficio:
1) Primero y principal: No tener religión, ni banderas, ni ningún tipo de preconceptos 
o discriminaciones; a la hora de asistir a un paciente. 
2) Compadecerse de él. Ante todo mantener la “empatía”; que significa sentir lo que él siente, y ponerse en su lugar. 
3) El sistema de vehículos (ambulancias) de Emergencias Ambulatorias Prehospitalarias, o Unidad de Terapia Intensiva Móvil (U.T.I.M.).
4) Asistencia del paciente “in situ”.
5) Traslado del paciente a un lugar de mayor complejidad.
6) Internación y brindarle lo que necesita.
7) Cuando uno no puede hacerse cargo del paciente, saber delegar ese cuidado a alguien que pueda rea-lizarlo.
8) Finalmente dejó bien clara la noción de lo que hoy es la “Medicina Prepaga”... Ja, Ja, Ja!!!

 

Y por último; no nos olvidemos que ésta parábola fue relatada en el Evangelio según San Lucas...

San Lucas evangelista, era Médico.

                                                                                                                                                                                      Dr. Carlos Anibal Ruffini

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MI BOTIQUÍN

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